Te he convertido en aire. Respiro solo a veces, cuando mi pulmón
quiere sobredosis de recuerdos. Cuando no ahogan ni me hacen daño los
grumos de tus inseguridades.
Hemos jugado durante mucho tiempo a
los dados, tu siempre avanzando casillas, yo me quedo un turno sin
tirar, esperando mi momento, tiro el dado y sale cero.
Y tú me pides otra partida.
Y
yo cansada de ser un juego. Avanzo fuera del tablero y huyo. Si, soy
una cobarde que un día fue valiente y te besó. Hoy no tengo nada que
apostar, lo último fue el corazón, y ahora tengo un hueco enorme en mi
pecho que late hueco.
Permíteme que pulse game over antes de acabar. O que me deje ganar; de todos modos, sabes que al final iba a perder.
Permíteme, al menos, que conserve el alma.
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