jueves, 24 de enero de 2013

Entre anhelos y ruidos

Echo de menos tus ruidos al dormir, tus silencios al caminar descalza, tus gritos en mi garganta, tus susurros callados con la almohada. Echo de menos la forma de tu silueta, el color de tus labios, la seda de tu piel. Echo de menos tu tacto, tus huellas dactilares, el tamaňo de tus abrazos. La forma en que mis dedos se quedaban atrapados en tu pelo, simulando un remolino de deseos de piel, para terminar entre tus piernas y que empiece el mundo en ese instante.

Y miento si te digo que este invierno no tengo frío, que con mis brazos tengo suficiente, que con mi aliento mi alma se calienta.

Pero sumando los anhelos, y restando las carencias, me sobran razones para no dar la vuelta y recoger los pedazos. Ya no me sirven, ya no somos un puzzle.

Más bien somos un rompeparejas, que no les bastaba el quererse.

Desquerer no es rebobinar la cinta y grabar encima. Es guardarla en su caja y comprar una nueva.

Y al desquerer, te echo de más. Y te recuerdo y sonrio, al saber que fuimos, y que ya jamás seremos.

domingo, 13 de enero de 2013

Eclipse

Enredame entre tus piernas otra vez, sálvame con abrazos, despierta a este cuerpo que ayer era hielo y hoy solo es escarcha. Y vuela. Vuela como tú sabes, con la mente, entregando el cuerpo, devorando las noches, dando vida a nuestra piel muerta.
Se esfuma todo con tu sonrisa, se me olvidan los por qués y los cómos. Solo pienso en el GRACIAS. Gracias por sonreir (me), tienes el mejor beso que podria dar entre los labios, a punto de derramarse. 

Y yo repaso la comisura de tu boca, para que no se escape ni un solo beso, del millón que tengo para darte.




jueves, 10 de enero de 2013

Noches.

No se si eras consciente de que tu sonrisa enciende mundos, o lo supiste cuando me encontraste a oscuras. No se por qué tus labios me saben a cielo y desde entonces salto mucho más alto. O si creo en las causalidades desde que me dijiste que todo pasa por algo.

No se si lo sabes, pero me salvas cada día.

Me anestesias las cicatrices, me vuelvo amnésica a los recuerdos. No eres un clavo, ni una media naranja, ni una flecha de cupido. Eres tú, qué mejor que eso. Tú, con tu propio mundo y dentro de él, tú eres tu propio sol. Brillas con luz propia.

Solo hay que ver tu sonrisa.
Si, de nuevo tu sonrisa; las cosas grandes hay que nombrarlas como mínimo dos veces.
Una para observarla, y otra para besarla.
Besar todos y cada uno de los huecos por donde se escapan tus suspiros. Besar tus silencios, lamer tus heridas, acariciar las esquinas de tu cuerpo, esos lugares por donde nadie ha estado. Y perderme, y no encontrarme hasta mañana. Quedarme a vivir en tu cuerpo, sin equipaje. Me lo dejé con la ropa, y fuera de esta cama no hay nada que me interese.

El mundo está demasiado lejos y yo muy dentro de tí.


Hay un enorme precipicio fuera de esto, y a mí siempre me han dado miedo las alturas. Voy con los ojos cerrados, y salto, sin pensar, y cuando los abro, tu agarras mi mano. Y mi mano agarra la tuya, y tus dedos me parecen la forma más bonita de acabarse tu cuerpo.
Y te queda tan bien la expresión de tu rostro con el sonido de tu voz, que me parece música. Y me quedo embobada, escuchándo todos tus sueños y metiendolos en mi lámpara particular, para estudiarmelos todas las noches por si algún dia me retas y quieres cumplirlos conmigo.

Puede que esta noche me siente a contarte los lunares, y darle envidia a todas las constelaciones que me observan desde la ventana. Y la Luna tendrá celos, porque ahora te miro a tí. Si no me canso de mirarte es porque descubro algo nuevo cada día. Eres un libro que no tiene páginas, porque no tiene fin, y yo me siento a leerte entre líneas, inventando cualquier trama para colarme entre tus esdrújulas, hacer llano tu camino y agudos tus deseos por tocar el cielo.

Y si quieres, pasamos de los acentos, e inventamos nuestros propio lenguaje.

lunes, 7 de enero de 2013

Legado en tinta

No se dónde está la linea que separa la percepción de nuestros sentidos con la realidad. Ni por qué las cosas suceden cuando no quieres que suceda nada, o cuando te encantaría que un huracán volviera a cambiar el rumbo de tu vida.. y solo pasa el tiempo, mientras contemplas ese reloj oxidado, con las manecillas pidiendo una razón por la que seguir llevando el compás de esta vida sinsentido.
Hoy me he preguntado a mi misma por qué escribo, en vez de llorar, romper platos, ampliar dosis de nicotina o simplemente guardar silencio. Escribo porque no se hacia donde se dirigen los sentimientos ni los pensamientos de ayer. Porque mientras encuentro la fórmula de la eternidad de los momentos, las palabras son las que encadenan mi ayer y lo hacen tangible. Me enseñan a contemplar la razón y la sinrazón desde el exterior.
Escribo porque hay miles de cosas maravillosas en el mundo que están esperando a ser descritas, como el sonido de la lluvia en el alféizar de mi ventana, que hoy, se ha convertido en mi más fiel inspirador.

Mundo, no dejes de regalarme algo nuevo cada día. Yo escribiré tu legado

La última canción

Esta es la última canción que te escribiré; al hacerlo, te dejaré marchar.
Todos en la vida cometemos errores. Errores que nos pueden costar una pérdida, un llanto, la soledad o incluso nos pueden llevar a la mediocridad. La vida está llena de errores. Con solución o sin ella. O tal vez pensamos que son errores, y en realidad, es el bache que nos pone el destino porque debe suceder así.

Tú no has sido mi error, ni yo he sido el tuyo. No es posible porque comencé a amar la vida amándote a tí. No puedes ser un error porque me has enseñado a conocerte, a conocerme; a mirar más allá de una mirada, a entender el lenguaje de las caricias. Llorar cuando tu llorabas. Seguir tus huellas cuando tu caminabas. Saborear tus labios mientras tú me besabas. Olvidar lo anterior a tí y estirar todo el tiempo que tenía para regalarte como si fuera infinito en nuestros corazones... eterno en nuestros recuerdos.
No puedo ser tu error si un día dabas la vida por mí. Lo recuerdo como si fuera hace un segundo. Cómo olvidarlo. Cómo olvidarte.

Solo..somos dos estrellas fugaces que se rozaron y cambiaron el rumbo para permanecer unidas. Y, como toda estrella fugaz, algún día, una de las dos debe marcharse. Esta no es tu constelación... aquí tu luz no se aprecia lo suficiente.. y tu te mereces un cielo que te ilumine dondequiera que vayas. Dondequiera que vaya yo, me llevaré toda tu luz. Siempre serás mi estrella.


Está es mi última canción. Nuestro último baile. Aunque deje de sonar en el aire, los recuerdos me vendrán a visitar cada noche, y yo sonreiré al ver tu luz, tu increible luz, que me llena y me ilumina el interior... Me llevo tanto amor... me has dado tanto amor, que estaré toda mi vida tropezandome con el bache de tu sombra, persiguiendome por todas partes. Sonrié, yo lo hago. Despídete... ya no hay música ni hay baile. Solo estoy yo, amándote como si fuera la última canción.

Tras mi ventana

Aunque las mentiras se vistan de Prada, siguen siendo realidades pobres, sigue siendo una salida cobarde, un escondite que te encuentra, una huida sin escapatoria.

Siempre la misma escena con diferentes decorados. Cansada de la rutina, dejo de mirar por la ventana, y me miro al espejo, el escenario más cambiante de esta parodia. Entre actores escondo mis pensamientos reales, mis sentimientos más profundos, salgo a escena y todos se creen la sonrisa que construí esta mañana con las lágrimas que sobraban en mi almohada.
Todos menos tú, que conoces mis ojos, aunque ya no los mires para no escucharlos. Ayer te gritaban que dieras media vuelta y dejaras de buscar horizontes paralelos al mío. Hubiera dado cualquier cosa. CUALQUIERA.

Ayer y hoy parecen dos mundos diferentes. El hoy nubla el ayer, y el ayer me daña hoy. Ahora los actores se han ido... y la única actriz que queda en escena eres tú. Entre mis lágrimas escondes tus pensamientos reales, tus sentimientos más profundos, sales a escena y todos se creen la tristeza que reconstruiste con tus ganas de amar en un horizonte paralelo al mío.
Todos te creen.
Todos menos yo.

Diciembre.

Su nombre es como el título de una canción pegadiza, que, aunque no hayas escuchado, sabes que se va a convertir en tu favorita. Me gustaba porque es frío, es manta y abrazos, es mi nacimiento y mi cambio de ciclo. Y siempre espero una vez al año, desde hace 22, en la esquina donde me encontró tiritando de frío, para darme su abrigo, y enredarme en sus calendarios, en sus once ausencias que merecen la pena cuando rodeo su primer número.

Esta vez te he tachado. 
Estar contigo veintiun veces me hizo salir de una pieza de, bueno, tú ya lo sabes, de todo ese rollo del amor que caduca y de los sueños que no se cumplen. 
Vernos veintidos veces me ha partido en veintidos pedazos. Y esta vez no quiero contarte por qué lloro. No puedo contartelo a tí, porque me he hecho añicos contigo, mirandome a los ojos, el primer día que volví a verte. 

Solo escucha mi silencio, esta noche, que grita más que nunca. 

Las sabanas me cuartean la piel, el aire me sabe a sangre. 
Los besos robados ya no me apasionan, me aprisionan. 
Mis labios están llenos de llagas. 
Me ha quemado la piel con la locura de sus manos.
Ha despegado mi alma del cuerpo, has solapado sus gritos en mis poros.
Ha mezclado mi sangre con su saliva, y estoy contaminada. Y ya no quiero latir a medias, ni que el aire se convierta en nauseas al respirar y encontrarme con su aliento.

Ya no escucho.Mis timpanos se rompieron cuando escucharon sus palabras, impregnadas de dagas que se clavaron en mi nuca. Se grabaron en mi mente, y cada noche arden, arden hasta quemarme las fuerzas.
El amor propio se ha expropiado de mi cuerpo, y me mira desde el espejo, con asco, con descaro, avergonzándose de haber formado parte de mí.
Por mucho que me bañe en agua tibia, la suciedad no se despega de mi cuerpo.
El olor a dolor no me da tregua, y cuando me tapo la nariz, me vuelvo inerte.

El temor a mirar hacia atras y ver su sombra me persigue.  
En cada calle, en cada ruido, en cada mirada, en cada desconocido, en cada conocido, en cada piel. Cualquiera puede volverse él. Cualquiera puede trocearme de nuevo y reducirme a nada.

Me ha cegado el iris, me ha paralizado los cinco sentidos.
Y con los restos de mis lágrimas,
que guardo en tarros para relamer el pasado,
te empapo a ti, para borrarte,
para que no vuelvas a contarme otra vez mas esta pesadilla, 
que tengo tantas deudas con los sueños, 
que me ha dejado a oscuras el alma.

Y ya no se como volver al principio, donde yo te esperaba. Donde yo era yo. Donde las personas te construyen y no te hacen ruinas con sus huellas. 

Mi tara es irreparable. Es imposible formatearme; me han programado para que me duelan todos los diciembres, todos las noches, todos los días del año, toda mi vida y toda mi muerte.
Yyo no puedo volver a nacer,pero si puedo destruite. Mis calendarios ya no te nombran, ni te buscan, ni quieren más Diciembres.
Vete al infierno, y hazle arder.


Caminos minados.

Zig-zag. Así es mi camino.
Con cuestas, pendientes,
que se acentúan cuando pongo acento a tus pasos
y me cuesta recordar hacia donde van los míos.
Con mañanas de escarcha en las palabras que se congelan en recuerdos.

No me permiten hablar,
hasta que el sol se va
y se me funde la piel
con la tinta que sale de mis poros.

Y habla el corazón
en un idioma
que solo entiende mi alma;
y acaban los dos borrachos de anhelos,
con sed de más rincones oscuros que iluminar.

Haciendo eses
hasta formar tu nombre
para tacharlo luego.
Y borrarlo.


Y seguir caminando, con recuerdos y resaca,
con recados de relatos sin remitente,
relamiendo realidades que reclaman recorridos por tu respiración.
retos sin resolver, convertidos en rotos, 

Reseteando el alma, reabsorviendo las flaquezas que hablan de tí.


Y que siga lloviendo,
y no saber como avanzar sin mojarme.
Y que no se me seque la ropa ni el alma,
y el sol no me queme
ni me deslumbre al mirarle a los ojos.


Y que la primavera no me desordene los engranajes,
ni me envuelva con sus pelos de punta,
 ni me sepan a nada los besos de marcas blancas.
Para acabar siendo un monton de nada
dando bandazos por tus calles,
buscando en la basura,
por si queda algo de mí.

Para acabar olvidando las huellas
 que me han llevado hasta este banco,
donde se posan incoherencias,
donde lloro por tenerte y sonrio al odiarte,
Donde hace calor
pero mi corazón aun sigue en Siberia.
Helado de sentimientos, sabor amargo.
Que solo se endulza con estrellas fugaces,
que solo se derrite con pieles escarchadas.


Y si no existe mi camino,.
y solo estoy recorriendo una quimera,
que el horizonte siga siento utópico,
que se alimente más mi locura,
que si no estoy loca, quiero estarlo
porque las cuerdas atan,
y yo esta noche quiero volar.


Manzanas oxidadas.

Esa manzana aun sigue teniendo la marca de tus dientes, tu perfecta mordida, y los restos del carmin que me rozó el alma. El carmín ya no es rojo, ya no sabe a besos, ya no huele a deseo; simplemente se ha oxidado.
Como todo, las manzanas tambien se oxidan. Las manzanas y los sentimientos.

Se oxida porque no puedes abrirme el alma e irte dejando mi piel en carne viva. Si pruebas un bocado, no vuelvas a dejarme con el resto de frutas. Si muerdes una tentación, no destruyas sus posibilidades. Ya nadie querrá posarse en mí, y me pudriré entre los miedos que tuve al abandono y las certezas de haberte ido.

Mi óxido no tiene nada que ver con el oxígeno. Me quedé sin él, sabes? Hacía mucho tiempo que mis pulmones no se llenaban de aire; Te respiraban a ti, a los suspiros despues de comerte la vida, a tus conversaciones entre sueños, a tus ojos mientras mis labios se bebian las lágrimas de tu almohada. Pero me colapsé, me declaré incompatible a tus sueños, a tus deseos, a tus miedos y ruegos por tocar el cielo en uno de esos besos llenos de excesos. Me declaré culpable por no entender tus manos y no descifrar las noches en vela. Y dejé de respirar, hermeticé mi interior.

El corazón aun bombeaba tu nombre. Con interferencias, pero, al fin y al cabo, era tu nombre. Ese era el problema. Se quedó sin latidos de tanto llamarte, el tiempo de espera cedió el turno a la impaciencia. Y guardó las taquicardias de besos que nos regalamos cada viernes en tu cuerpo, y las paradas certeras al saciarme con tu saliva, y las caricias de desayuno, y el café con tu piel. 

Corazón y pulmones oxidados. Y me queda la mente, esa ventana al exterior que me imposibilita sentir, si, pero me permite crear. Y creer.

Y creo que ya no dueles, y te creo cuando quiero y cuando no te hago desaparecer. Y si puedo crearte, y no crearte, puedo desquererte. Y a veces no te creo, cuando creas un mundo en el que puedes crearme de nuevo.  Y yo ya no quiero ni creo en mundos donde me transformes. No me inventes de nuevo, no estoy rota. Solo estoy oxidada, del mal uso, y del desuso de mi esencia. Y tú saliva no me salva, tus miedos no me hacen ser libre, en mi cama no entran todos tus sueños.

Lo siento, no pertenezco a tu mundo.
Si, ese en el que no hay oxígeno, las manzanas se muerden una vez y las almas no respiran.