lunes, 20 de febrero de 2012

La vie rose.

Sería como guardar toda nuestra vida en una cajita de plástico. Inventar cualquier excusa para abrirla y respirar el olor que dejan los recuerdos. Huele a hierba mojada, a cielo a punto de llover, a ropa recién lavada.
Nada es comparable con el instante, pero la grabación de ese momento es el que en realidad te recuerda que lo has vivido. Funciona como una película. Puedes rebobinarla todas las veces que quieras, pasarlo más rápido, más lento, e, incluso, saltarte las partes que no quieras ver. Lo peor de los recuerdos, es que con el paso del tiempo, la cinta se estropea, y su calidad se va perdiendo. El único remedio es inventar, imaginar, crear, soñar.

Eso es lo que sucede en nuestra cabeza. El corazón, sin embargo, lo almacena tal y como sucede, sin cambios, sin errores, sin necesidad de inventar, imaginar, crear o soñar. Porque ese instante pasa de ser una fracción de tiempo en tu vida, a convertirse en eterno.

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