domingo, 5 de febrero de 2012

Tiempo.

Aun recuerdo aquel destello de luz que me recordaba lo fugaces que son los amaneceres más bonitos. Y  a mediodía, lo que al alba parecia una ilusión, se convierto en lo mejor que has visto jamás; el sol de frente, sonrojando tus mejillas, aclarando tus ojos marrón miel para hacerlos verdosos. La cumbre, la cúspide, el zenit.

La magia, la suerte y el amor parecen aliarse para formar una combinación perfecta, tu combinación, la que abre tu alma. Cuando miras desde tan alto, todo lo demás parece estar de más.

Y llega el atardecer. Ese crepúsculo que te hace ser un poco menos especial pero que al mirar su horizonte te das cuenta de que su belleza sigue haciendote perder la cabeza y el sentido de los días.

Nadie me avisó de que luego anochece. Hasta que te topas con el cielo encapotado de oscuridad...y sol. El sol ya se va. Encenderé una vela, para que siempre encuentre el horizonte en los destellos de mi hoguera. Brilla con fuerza, llena de ilusión, aún idealizando tu imagen. Esperando a no consumirse y que los proyectos, los sueños y el amor por ti no se mezcle con la cera desgastada.

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