lunes, 7 de enero de 2013

Diciembre.

Su nombre es como el título de una canción pegadiza, que, aunque no hayas escuchado, sabes que se va a convertir en tu favorita. Me gustaba porque es frío, es manta y abrazos, es mi nacimiento y mi cambio de ciclo. Y siempre espero una vez al año, desde hace 22, en la esquina donde me encontró tiritando de frío, para darme su abrigo, y enredarme en sus calendarios, en sus once ausencias que merecen la pena cuando rodeo su primer número.

Esta vez te he tachado. 
Estar contigo veintiun veces me hizo salir de una pieza de, bueno, tú ya lo sabes, de todo ese rollo del amor que caduca y de los sueños que no se cumplen. 
Vernos veintidos veces me ha partido en veintidos pedazos. Y esta vez no quiero contarte por qué lloro. No puedo contartelo a tí, porque me he hecho añicos contigo, mirandome a los ojos, el primer día que volví a verte. 

Solo escucha mi silencio, esta noche, que grita más que nunca. 

Las sabanas me cuartean la piel, el aire me sabe a sangre. 
Los besos robados ya no me apasionan, me aprisionan. 
Mis labios están llenos de llagas. 
Me ha quemado la piel con la locura de sus manos.
Ha despegado mi alma del cuerpo, has solapado sus gritos en mis poros.
Ha mezclado mi sangre con su saliva, y estoy contaminada. Y ya no quiero latir a medias, ni que el aire se convierta en nauseas al respirar y encontrarme con su aliento.

Ya no escucho.Mis timpanos se rompieron cuando escucharon sus palabras, impregnadas de dagas que se clavaron en mi nuca. Se grabaron en mi mente, y cada noche arden, arden hasta quemarme las fuerzas.
El amor propio se ha expropiado de mi cuerpo, y me mira desde el espejo, con asco, con descaro, avergonzándose de haber formado parte de mí.
Por mucho que me bañe en agua tibia, la suciedad no se despega de mi cuerpo.
El olor a dolor no me da tregua, y cuando me tapo la nariz, me vuelvo inerte.

El temor a mirar hacia atras y ver su sombra me persigue.  
En cada calle, en cada ruido, en cada mirada, en cada desconocido, en cada conocido, en cada piel. Cualquiera puede volverse él. Cualquiera puede trocearme de nuevo y reducirme a nada.

Me ha cegado el iris, me ha paralizado los cinco sentidos.
Y con los restos de mis lágrimas,
que guardo en tarros para relamer el pasado,
te empapo a ti, para borrarte,
para que no vuelvas a contarme otra vez mas esta pesadilla, 
que tengo tantas deudas con los sueños, 
que me ha dejado a oscuras el alma.

Y ya no se como volver al principio, donde yo te esperaba. Donde yo era yo. Donde las personas te construyen y no te hacen ruinas con sus huellas. 

Mi tara es irreparable. Es imposible formatearme; me han programado para que me duelan todos los diciembres, todos las noches, todos los días del año, toda mi vida y toda mi muerte.
Yyo no puedo volver a nacer,pero si puedo destruite. Mis calendarios ya no te nombran, ni te buscan, ni quieren más Diciembres.
Vete al infierno, y hazle arder.


No hay comentarios:

Publicar un comentario