martes, 25 de enero de 2011

Buscar un lugar en el mundo para ser yo sin sentir que me hundo.

Que no me ataque más esa sonrisa desdibujando las barreras que construí a base de rechazos. Que no vuelva a mí la sensación de pertenecerte. No seguir luchando por un corazón que ya no late al mismo compás que el mío. No querer pasar por las calles donde agarrabas mi mano y no te importaba si al final de la acera se acababa el mundo: hubieras saltado conmigo. Yo me arriesgué y salté, pero tú no me seguiste. Es cierto, pensé que el fin del mundo era ese. Mientras yo caía por el precipicio tú cubrías con cemento los huecos por los que tenía opción de volver a colarme en tu vida.

Cerraste las puertas, las ventanas, las rendijas. Acotaste mi mundo a límites donde es imposible respirar con tan poco espacio. Llenaste el verano de inviernos sin abrigo, de caricias sin piel, de arcoiris sin color. Arrancaste lo poco verdadero que tenía en mi interior para venderlo a cualquier precio.

Nos llevó tanto tiempo construirlo y tan poco destrozarlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario